Una mañana a fines de la década de los años ’50 llegó a la Librería nuestro amigo el arquitecto Alberto Mántaras acompañado por el poeta chileno Pablo Neruda, de visita en Montevideo. Sería la primera vez que el poeta visitara nuestra casa, pero su presencia sería infaltable en cada viaje a Uruguay, cumpliendo con su costumbre al llegar a una ciudad: recorrer las librerías y museos que tuvieran para él cierta originalidad.
Vestía un saco sport inglés beige a grandes cuadros y pantalón algo más claro, en los mismos tonos. También su infaltable gorra, que en la Librería se quitaba y estrujaba entre sus manos. Era un hombre de porte elegante, a pesar de cierto exceso de peso, su ropa era de muy buena calidad y evidentemente disfrutaba con ella.
Rápidamente simpatizamos. Nunca ha sido nuestra costumbre tratar de vender el máximo en el menor tiempo, sino todo lo contrario, ir mostrando poco a poco las publicaciones y siempre guardar algo para el final. Pero su ansiedad rompía nuestra parsimonia. Don Pablo no era de los clientes que se sientan y esperan que uno le vaya mostrando lo que pueda interesarle. Recorría las estanterías y trepaba a las altas escaleras con agilidad, ante nuestra atenta mirada, temiendo una caída.
Sus preferencias eran las primeras ediciones de literatura, en especial los poetas; Rubén Darío en primer término. Le interesaba mucho Julio Herrera y Reissig y los modernistas en general. La poética de Herrera lo había cautivado; tanto, que convenció a varios de sus amigos españoles para que escribieran artículos destinados a un número de su revista «Caballo verde para la poesía» en homenaje al poeta, número que lamentablemente se perdió. Desde luego, todo lo chileno le interesaba y quedó impresionado cuando encontró toda una sección dedicada a Chile, como las había y hay, sobre cada uno de los países latinoamericanos.
Tuvimos el placer de recibirlo en numerosas visitas y disfrutar conversaciones sobre literatura, política, historia. En el distendido ambiente de nuestra Librería, todo tema era de su gusto y adornaba la conversación con singulares expresiones y anécdotas.
En nuestro «Libro de visitas» escribió:
«Una librería que busca y preserva, y esconde la sorpresa que debemos hallar. Qué delicia aunque no nos llevemos casi nada!
Pablo Neruda.
Montevideo, marzo 1960.»